Respuesta al artículo de Agustín “El Casta”. He leído con atención y respeto el reciente artículo de Agustín “El Casta”, a quien reconozco como un profesional del humor apreciado y querido por muchos, así como una persona con una capacidad indudable para conectar con el sentir social. Su opinión, como todas, es legítima y merece consideración. Precisamente por ese aprecio profesional, debo reconocer que este ha sido uno de los textos suyos que más me ha sorprendido, no por el enfoque crítico —perfectamente asumible— sino por lo que, a mi juicio, refleja una visión incompleta y simplificada de una realidad mucho más compleja.

Resulta tentador señalar al alquiler turístico-vacacional como origen de los problemas estructurales de Mallorca. Sin embargo, esa afirmación no resiste un análisis riguroso ni sosegado. Las estancias turísticas vacacionales son, hoy en día, una de las actividades más reguladas, limitadas y controladas de nuestra comunidad autónoma. Se ha restringido su crecimiento, se han impuesto techos, zonas excluidas, requisitos estrictos y una fiscalidad específica. Difícilmente puede sostenerse que un sector sometido a tal nivel de control sea el responsable principal de todos los desequilibrios actuales.

Conviene recordar, además, que este tipo de alojamiento fomenta la economía circular local: el gasto se distribuye en comercios, restauración, servicios y actividades culturales del entorno. Es, en buena medida, el mismo tejido económico que permite que nuestros teatros se llenen, que los espectáculos funcionen y que la cultura tenga público. No se trata de capital que se evapora hacia destinos lejanos, sino de recursos que permanecen y se redistribuyen en la propia isla.

El problema al que nos enfrentamos es mucho más profundo. En los últimos años se ha producido un crecimiento muy intenso de la población residente, incluso en periodos de temporada baja, sin que ese aumento haya ido acompañado de las inversiones necesarias en infraestructuras, movilidad, vivienda pública o servicios básicos. Hoy somos muchos más en invierno que hace una década, cuando prácticamente no había turistas, y ya entonces comienzan los colapsos circulatorios, las tensiones urbanas y la saturación de servicios.

Basta observar lo que ocurre en Palma en horarios escolares o en los accesos al centro de la ciudad para comprender que el problema no puede atribuirse exclusivamente al turismo. Y, sin embargo, nadie plantea —con buen criterio— trasladar los colegios fuera de su entorno urbano para aliviar el tráfico. La analogía es clara: la solución no pasa por señalar un único culpable, sino por planificar mejor el conjunto.

Es legítimo opinar, y también comprensible que determinados discursos conecten bien con una parte de la opinión pública. Pero convendría que ese debate se base en datos, contexto y una visión global, y no en la idea, políticamente cómoda, de que todos los problemas de nuestra comunidad autónoma se explican por el alquiler turísticovacacional. Desde la Federación de Estancias Turísticas Vacacionales reiteramos nuestro respeto a todas las opiniones, incluidas las críticas. Pero también reivindicamos el derecho —y el deber— de recordar que Mallorca necesita análisis serios, soluciones estructurales y políticas valientes, no atajos discursivos. El problema no está en un único sector; está en la falta de planificación integral durante demasiado tiempo. Jordi Cerdó Cladera, Presidente Federación de Estancias Turísticas Vacacionales (FETV).